jueves, 22 de noviembre de 2012

Reflexión 1.

   Queridos compañeros de clase:
   Pronto tendremos la prueba física de resistencia y veo que algunos de vosotros no estáis muy motivados con el tema de entrenar. Este mundo que es el deporte de fondo es algo que a mí me apasiona. Por eso, me gustaría compartir con vosotros una pequeña reflexión y este artículo sobre dos personajes importantes en los deportes de fondo. Pretendo con esto motivaros (a los que os dejéis motivar) o simplemente informaros sobre las ventajas de, no solo las carreras a pie, si no también otros deportes que requieren grandes esfuerzos físicos y mentales.


¿Por qué corro? ¿Qué es lo que me motiva a correr?
   Corro porque disfruto. No me importa que otros me superen. Corro simplemente en busca de una sensación, la satisfacción de superarme, alcanzar mis metas. La satisfacción de acabar una carrera sabiendo que he hecho todo lo posible. Prefiero acabar una carrera y no subir al podium si me he superado, he conseguido mi mejor marca, que quedar primera sin haber tenido que sufrir, sin haber tenido que superar dificultades.


   En el siguiente artículo, hablan dos personajes importantes dentro del mundo del deporte de fondo (ultramaratonianos). 
Josef Ajram es especialista en pruebas de natación, bicicleta y carrera (ironman: 3.86 km a nado, 180 km sobre ruedas y 42.2 km a pie). 
Kilian Jornet con sólo 25 años rompe todos los récords de carrera y esquí de montaña. 

EL LÍMITE SOY YO
   [...]“Con el deporte he aprendido a saber quién soy, a desposeerme de las máscaras que utilizo”, razona Jornet, que alterna el esquí de montaña con las carreras de ultrafondo y que está reconocido como deportista de alto nivel por el Consejo Superior de Deportes. “He luchado para ser el mejor, para encontrar que somos muy poca cosa y que no hay que darse importancia. Hay que disfrutar de las emociones, de los momentos, pues son lo único importante”, añade. “En las situaciones extremas, en tormentas, en accidentes o en carreras de más de 24 horas donde el dolor hace que tus fuerzas y tu concentración se dediquen a dar un paso más, no tienes fuerzas para disimular. Es un viaje peligroso, porque es más fácil analizar a otro que mirarse con sinceridad a uno mismo”.
   “Es que abandonar es muy fácil”, continúa Ajram, que une en sus pruebas la natación, la bicicleta y la carrera, especializado en el ironman, donde los hombres y las mujeres de acero recorren 3,86 kilómetros en el agua, 180 sobre ruedas y 42,2 a pie; y en el ultraman, todavía más exigente. Lo que aprendes en estas cosas lo aplicas en la vida. Si vas a un Maratón de Sables [251 kilómetros por el desierto del Sáhara divididos en seis días] y a la mínima que estás cansado abandonas, lo harás a la mínima en cualquier situación de tu vida profesional o personal” [...] "Lo que he descubierto de mí en estas carreras es que lo que no haga de mí en esta vida será porque realmente no me apetece. La primera vez que hice un ironman, estuve 12h 30min sufriendo como en mi vida. Ahí me di cuenta de que sería capaz de hacer cualquier cosa que me propusiera. En esto hay algo que engancha, y vas a la caza constante de esa sensación"
En la búsqueda de esas emociones, los ultrafondistas se convierten en filósofosLlegan a meta tras horas de sufrimientos, se sientan a esperar a los rezagados, a veces durante más de un día, y entonces se plantean si no serán esos últimos clasificados los que realmente ganaron la prueba, porque tuvieron más dificultades, derribaron más barreras interiores, se superaron más, tuvieron que pelear con más demonios. Del mismo modo, empiezan a sentir una conexión íntima con el paisaje y la naturaleza, se sienten uno con el mundo, porque los latidos de su corazón y los latigazos que sufren sus piernas dependen de cuánto apriete el sol, de cuánto suba o baje la humedad, y porque se alivian de tanto sufrimiento por los ojos, según desfilan ante su mirada las recónditas montañas y sus cumbres apenas holladas, o las dunas y sus arenas, el mejor espejismo en el que perder la cabeza para que se olvide de los pies. [...] “Correr es meditar”, explica Ajram. [...]
¿Por qué correr 100 kilómetros? ¿Por qué nadar arriesgándose a recibir una patada del competidor más próximo, o a que el cuerpo sufra el rigor de las bajas temperaturas llegando a la hipotermia? ¿Por qué subirse a una bicicleta, echarse a la carretera, y sentir que los cuádriceps se tensan, que los gemelos piden tregua, que queman los tendones y la espalda protesta? ¿Es esto sadomasoquismo, narcisismo o pura ambición de mejora personal? ¿Qué hay en esas cabezas capaces de devorar kilómetros, condicionando su día a día profesional, personal y emocional a los entrenamientos, que se suelen convertir en el epicentro de la existencia del ultrafondista, por encima de la oficina, la pareja y los hijos? ¿Qué hace que esos corazones se calcen las zapatillas?
“El deporte es una de las mejores terapias contra las dificultades de la vida, la depresión o el estrés”, explica José Beirán, psicólogo deportivo, exjugador del Real Madrid de baloncesto y plata olímpica con la selección en los Juegos de 1984. “El ultrafondo, los ironman y los ultramaratones no son como el baloncesto o el fútbol, donde hay compañeros de equipo. Aquí compites contra ti mismo: puedes llegar el último, que si has mejorado tu tiempo, has ganado. Cada día compites, no solo contra el cronómetro, sino contra las sensaciones, contra un entrenamiento acabado pese a que te sentías mal. Es la satisfacción de alcanzar retos, de exigirte algo que te cuesta, de cumplir objetivos. Provoca el bienestar de completar algo duro y difícil".
"El País Semanal, nº 1.886"
Para ver el artículo completo: El límite soy yo.

Si queréis, podéis tomar ejemplo de estas dos personas, y os daréis cuenta que en diciembre nos quejaremos por nada.

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