sábado, 7 de febrero de 2015

VIAJAR ES GANAR TIEMPO

ME GUSTA VIAJAR

   Hay gente a la que le gusta viajar. A mí me gusta viajar. Cambiar de entorno, de paisaje, de gente, conocer nuevos sitios, nuevas experiencias, nuevas sensaciones. Es un buen modo de aprovechar las vacaciones cuando hay tiempo y algo de dinero. A decir verdad, ¿a quién no le gusta irse de vacaciones?
   Sin embargo, otras personas no piensan en vacaciones cuando hablan de viajar. Moverse de un sitio a otro, de una ciudad a otra, incluso de un país a otro por necesidad, es a veces incluso un incordio. Cuántas horas de coche, autobús o tren deben “malgastar”. Digo malgastar porque suelen ser personas muy ocupadas, con un horario metódicamente organizado, para que todas sus tareas cuadren a la perfección. Pudiendo aprovechar estas horas haciendo otras cosas, deben emplear su tiempo en moverse de un sitio a otro. Y esto, desde mi punto de vista, no es viajar.
   Para viajar hay que ser conscientes de que nos estamos moviendo. Llevo moviéndome de un lugar a otro desde que era pequeña. De hecho, la primera vez que salí del país tenía una semana de vida. Obviamente no me acuerdo, ni de las características de mi entorno antes de meterme en el coche, ni del trayecto, ni de cómo había cambiado todo cuando salí. Lo cierto es que me he acostumbrado tanto a viajar que quedarme mucho tiempo en el mismo sitio me resulta complicado. Cuando me paro a pensar de cuánto tiempo he “malgastado” en un coche, autobús o tren me doy cuenta de que habría tantos días acumulados que podría irme otra vez de vacaciones aprovechando ese tiempo.
   Los niños pequeños ansían que el trayecto se acabe. “¿Cuanto queda?” preguntan cada dos por tres, ”¿falta mucho?”. Como niña que fui no hace mucho tiempo, me considero también culpable (lo siento papá).
   Ahora he crecido un poquito, no mucho, pero lo bastante para pensar de otra forma. Sigo viajando, incluso más que antes, hasta el punto de estar harta de tener que moverme tanto, de tener que estar en todos sitios a la vez. Pero en realidad las cosas no son así. Nuestro día a día se basa en cumplir plazos. Se nos ha impuesto la filosofía del “carpe diem” y del “tempus fugi”, aprovecha el momento, la vida pasa y es corta. No podemos estar ni un minuto sin hacer algo que sea productivo para nuestro futuro o con el que disfrutemos.
   Alguien me dijo “Perder tiempo para ganar tiempo”. Esos momentos en los que sientes que estás perdiendo el tiempo, pudiéndolo aprovechar haciendo otra cosa en lugar de viajar. Esos momentos son los que te hacen ganar tiempo en la montaña rusa que es el día a día, entre tanto ajetreo y tanto estrés.
   Como he dicho antes, para viajar hay que ser conscientes de que nos estamos moviendo, de que vamos de un sitio a otro, con algún objetivo. No vale cerrar los ojos y querer llegar cuanto antes, no vale impacientarse, ni maldecir a los demonios porque el tiempo no pase más deprisa, o por que el destino está demasiado cerca. No vale meterle prisa al conductor, no vale preocuparse por no llegar a tiempo. No vale querer cambiar lo que no podemos cambiar.

   Por eso, a mí me gusta viajar, porque durante el viaje no necesito preocuparme por nada. El trabajo en el autobús no suele ser productivo. No tengo responsabilidades, puedo evadirme de los plazos, de mis deberes como estudiante, amiga, compañera, incluso de mis deberes como persona perteneciente a una sociedad. Lo único que me queda es relajarme, disfrutar del momento, del momento de no tener que hacer nada. Simplemente buena música, una ventana por la que mirar y, ¡a ganar tiempo!