sábado, 20 de febrero de 2016

Borradores random

Tendemos a buscar el por qué de todo. Pero la mayor parte de veces eso da igual.
Que somos lo que somos y no lo que queremos.
Nos creemos especiales, pero todos formamos parte de una misma mierda.
Que todo está en nuestra mente, por propia creación o por influencias de otros. Y lo peor es que la mayoría de nuestras ideas no son nuestras, aunque pensemos que sí.
Y aun así no vale culpar a los demás, ni siquiera culparnos a nosotros mismos. La culpa la creamos desde dentro, si no la sentimos no existe.
Necesitamos aferrarnos a algo o a alguien, para que el viento no nos lleve con él, pero igual hay que dejarse llevar. Despertarse cuando el viento amaine, en cualquier lugar, en medio de todo, y elegir el camino para volver a casa, o para alejarse aún más.
Dejar los miedos atrás (otra cosa que si no se siente no existe), dejar de pensar para empezar a hacer. Y hacer sin pensar, porque pensar agota y no estamos sobrados de energía precisamente.
Nuestra personalidad no la crean los demás. Dejar de autocompadecerse, de buscar consuelo por cualquier tontería. Somos animales racionales, actuemos como tales.
Nuestras grandes tonterías son nuestros grandes problemas.
Decir tonterías nos crea problemas.
Hacer tonterías a veces nos da la oportunidad de dejar de ser tontos.
El ser maduro es hacer lo que los demás quieren que hagas. A la mierda la madurez. ¿Alguien sabe realmente lo que es? 
¿Dónde está el equilibrio? El triángulo es el polígono más estable si se le aplica una fuerza a cualquier vértice. Pero no somos triángulos, ni siquiera somos personas. Somos conciencias atrapadas en cuerpos, y cada uno la aprovecha como puede.