miércoles, 15 de mayo de 2013

Los creyentes y su necesidad de creer.

   El grado de fuerza de un individuo (o de debilidad, por decirlo más claramente) se manifiesta en la necesidad que tiene de creer para prosperar, de contar con un elemento "estable" lo más sólido posible para apoyarse en él. Me parece que en Europa el cristianismo sigue siendo hoy necesario para la mayoría, porque en él se encuentran todavía creencias. Asó es el hombre; si necesita un artículo de fe, aunque se lo desmientan de mil maneras, no dejará de considerarlo "verdadero", de acuerdo con aquella célebre "prueba de fuerza" de la que habla la Biblia. Algunos siguen necesitando la metafísica; pero está también ese impetuoso deseo de certeza que hoy estalla en as masas, bajo la forma científico positivista, ese deseo de querer poseer algo absolutamente estable (mientras que con el calor de ese deseo preocupa muy poco contar con argumentos propios para fundar la certeza).
Todo esto manifiesta igualmente la necesidad de apoyo, de sostén, de ese instinto de debilidad que, en definitiva, no da origen a las religiones, a las metafísicas, a las convicciones de todas clases, pero las conserva. Por otra parte, todos estos sistemas positivistas están envueltos en humaredas de un negro pesimismo, que tienen algo de cansancio, de fatalismo, de desilusión, de miedo a una nueva desilusión, o manifiestan visiblemente también resentimiento, malhumor, anarquismo exasperado, junto a todos los otros síntomas o disfraces del sentimiento de debilidad. Incluso es siempre una muestra de la necesidad de una creencia, de un apoyo, de un asidero, de un sostén. La creencia es siempre anhelada con más urgencia cuando falta la voluntad, pues la voluntad como pasión de mando representa el signo distintivo de la soberanía y de la fuerza. Es así cuando menos se sabe
mandar y más se experimenta con urgencia el deseo de una realidad, de un ser o de una autoridad que ordene con energía, ya sea un dios, un príncipe, un estado social, un médico, un confesor, un dogma o una conciencia de partido. De este modo, es lícito concluir que las dos religiones universales, el budismo y el cristianismo, podrían deber su nacimiento y su rápida propagación a un extraordinario agotamiento de la voluntad. Y así ha sido en realidad, si estimamos que las dos religiones mostraron el deseo de un "debes" exaltado desesperadamente hasta el absurdo por la enfermedad de la voluntad. Al predicar el fanatismo en los tiempos del debilitamiento de la voluntad, ofrecieron a innumerables almas un sostén, una nueva posibilidad de querer, un placer en el ejercicio de la voluntad. Pues el fanatismo es la única "fuerza de voluntad" a la que pueden tener acceso también los débiles y los inseguros; en la medida en que hipnotiza de algún modo la totalidad del sistema intelectual que descansa en la percepción del mundo sensible, provoca hipertrofia de un punto de vista conceptual y afectivo particular que predomina en adelante; el cristianismo lo llamará su fe. En cuando un hombre llega al convencimiento extremo de que ha de recibir una orden, se convierte en creyente. Por el contrario, se podría concebir una autodeterminación alegre y fuerte, una libertad de querer, ante la cual un espíritu desecharía toda creencia y todo deseo de certeza, por haberse ejercitado manteniendo el equilibrio sobre el ligero alambre de la posibilidad, incluso bailando al borde del abismo, Un espíritu así sería el espíritu libre por excelencia.

Friedrich Nietzsche


Este es un texto escrito por Friedrich Nietzsche, quien decía que la religión nace del miedo y del horror que el hombre tiene de si mismo. Pensaba que es la incapacidad de asumir nuestro propio destino. Cuando al hombre le invade un sentimiento de poder y teme quedar avasallado por el, mediante un mecanismo de defensa patológico, lo atribuye a otro se más poderoso que es Dios. 
   Esto explicaría por qué la gente en épocas difíciles, de crisis, o en los últimos años de su vida tiende a refugiarse en la religión. Dejando de lado el creer o no creer, el que exista o no, comparto algunas ideas que Nietzsche expone en este fragmento.

El sonido que habito.

   Este es el enlace del segundo trabajo del taller de Filosofía-Literatura: http://elsonidoquehabito.blogspot.com.es/2013/05/entrenamiento-de-running.html



jueves, 9 de mayo de 2013

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"Lo que ha sido creído por todos siempre y en todas partes, tiene todas las posibilidades de ser falso"


   He encontrado esta frase de Paul Valéry que me ha recordado mucho al Barroco. Es justo lo que decía Descartes, no nos podemos fiar de nada, hay que dudar de todo.
   La canción es de Yann Tiersen. La primera vez que la escuché me gustó mucho porque me pareció muy directa, muy cargada, con muchos adornos. Se distingue la melodía principal pero de fondo hay muchos más sonidos que ni siquiera soy capaz de detectar individualmente. 


jueves, 2 de mayo de 2013

El barroco.

   El transcurso de las distintas épocas de la historia es como el transcurso de la vida de una persona. Hay temporadas más bonitas y otras más difíciles. El barroco es como una depresión en la vida de una persona, que desde mi punto de vista viene dado por el egoísmo individual. En la Edad Media se comenzó a dar más importancia al individuo. Todo el mundo quiere ser más que los demás, quiere destacar, llegar a ser más. Y si además llega el Cid diciendo que se puede cambiar el destino, que la sociedad no debería estar dividida en estamentos, que deberíamos ser nuestros logros, pues ya la gente se hace ilusiones y se desmadra. Vino el Renacimiento cargado de alegría, luz, amor y belleza. Todos eran felices, tenían sus historias idealizadas, podían evadirse de sus problemas, España era el imperio con más poder dentro de Europa, ¿qué más podíamos pedir? Pero todo lo que sube baja. No todo el mundo puede tener todo lo que quiere.
   El principal motivo de la crisis que originó este pesimismo social del barroco es, desde mi punto de vista, el egoísmo individual. Las clases más pobres quieren ascender, quieren ser algo más, aspirar a una mejor vida. Por otro lado, los nobles y la Iglesia quieren seguir siendo poderosas, e intentan manejar a los más "débiles", por llamarlos de alguna forma mediante la cultura de masas. Controlar a los demás para poder hacer nosotros lo que queramos, lo que nos conviene, esa es la mentalidad de los poderosos.
   En esta época, los ciudadanos abren los ojos, descubren la mentira en la que habían vivido, el pensar que podían ascender dentro de la sociedad, y se dan cuenta de que no es tan fácil. El pensamiento es mucho más pesimista. Habían estado viviendo en un mundo ideal y han despertado del sueño. A nadie le gusta despertar de un bonito sueño. Por lo tanto, intentan volver a meterse en él, huir de la realidad por medio de creaciones literarias y artísticas. Por eso necesitan producir y crear, para salvarse del oscuro mundo en el que viven.
   Como consecuencia de este ambiente, mucha gente se refugia en la religión. Incluso gente que no creía. Y es que necesitamos creer en algo que nos ayude a no caer en el vacío, algo a lo que aferrarnos. En otras palabras, le damos poder a la Iglesia, a los que nos controlan. Es un círculo vicioso, como la pescadilla que se muerde la cola. Estoy empezando a pensar que las cosas son así porque deben ser así, y no podemos hacer nada para cambiarlo. Hoy en día pasa lo mismo, y seguramente dentro de otros cuantos siglos volverá a pasar. El transcurso de la humanidad será un sube y baja en los que habrá que adaptarse. No podemos pretender estar siempre en el pico mas alto porque básicamente sería imposible. Como egoístas que somos querríamos más, más y siempre mejor. Llegaría un punto en el que todo estaría desequilibrado. Y necesitamos equilibrio para la estabilidad. Igual que necesitamos un equilibrio entre picos altos y picos bajos.
   Mi solución ante esta situación sería buscar un equilibrio en el que el desarrollo no interviniera en el transcurso de la vida, en política o en economía. Sin buscar máximos para no caer en mínimos. Es decir, conformarnos con lo que tenemos cuando todo va bien.
 

miércoles, 1 de mayo de 2013

El ser humano y el desarrollo.

   El ser humano avanza científicamente para construir un mundo mejor, pero un mundo mejor para su propio beneficio. ¿Que hay que talar miles de árboles para construir chalets no porque hagan falta, si no para que gente con dinero tenga una segunda casa? Pues como benefician la economía, se hace. ¿Que hay que poner un límite de horas de funcionamiento a las bombillas para incrementar su mercado? Pues se hace. Pero, ¿y si ya no quedan terrenos para construir, o materiales para fabricar bombillas? Anda, deberíamos haberlo pensado mejor.
   El desarrollo es importante, claro que sí. Si no, puede que el ser humano no haya sobrevivido como especie en este planeta. Cada ser vivo tiene una característica que le permite sobrevivir y adaptarse al medio. Hay animales que sobreviven gracias a su tamaño, o a su fuerza. Pero los seres humanos no somos ni grandes ni fuertes. Lo que sí tenemos es un cerebro bastante bien desarrollado. Con él creamos las ideas para progresar y hacer la vida de los humanos los más cómoda y perfecta posible. Pero las personas tendemos a ser egoístas, ¿por qué? Supongo que todos, incluidos los animales, somo así por naturaleza propia. Y el egoísmo nos obliga a mirar por nuestro propio bien, sin tener en cuenta cómo afectará nuestro desarrollo al resto del planeta, incluso del universo.

Ubuntu.

   Un antropólogo propuso un juego a los niños de una tribu africana. Puso una canasta llena de frutas cerca de un árbol y le dijo a los niños que aquél que llegara primero, ganaría todas las frutas. Cuando dio la señal para que corrieran, todos los niños se dieron la mano y corrieron juntos. Cuando él les preguntó el por qué, respondieron: ¿cómo uno de nosotros podría estar feliz si los demás están tristes?
UBUNTU.